jueves, 9 de septiembre de 2010

Reflejos del Pasado: Capitulo 9

Despues de dar miles de vueltas alrededor del campus entero, el cual estaba infestado de estudiantes, encontré a Alexander en las gradas del campo de futbol. Estaba mirando atentamente como los chicos del equipo del año pasado entrenaban para las pruebas de acceso de este curso, y no se dio cuenta de que me encontraba a su lado hasta que le salude.
- Estan entrenando para las pruebas de este año, ¿verdad? – le pregunte como quien no quiere la cosa.
- Si, eso…creo.
- No te he visto por el comedor…
- Ya…es que…no tenia hambre – contesto mientras me inspeccionaba de arriba abajo – creo que me voy a presentar a las pruebas.
- Vaya, no sabia que te gustase el futbol y que se te diese bien.
- Estuve en el equipo de mi instituto hace un par de años. ¿Tu no haces ninguna actividad extraescolar?
- Estuve un tiempo en el equipo de animadoras – respondi, despues de un rato meditando la respuesta. Alex todavia seguia escudriñandome – hasta que Mel y yo peleamos.
- Es decir…¿Qué ya no estas?
- No. Lo deje…no era lo mio.
- Vaya… me habria gustado verte – por fin desvio la mirada y la volvio a clavar en el campo.
- Creeme…no te habria gustado.

Y de repente, Alex volvio a mirarme, un tanto extrañado, pero lo que me dijo me dejo aun mas atonita que su mirada.

- ¿Por qué tienes tan poca fe en ti misma?
- Per…¿Perdon?
- Si, quiero decir. Nos conocemos desde ayer, y ya me has negado varias veces que eres guapa y que eres buena en algo. ¿Eres asi siempre?

Vaya. Aquello si que me sorprendio, y mucho. No me habia esperado que me dijese eso, no tenia sentido. Nadie me lo habia dicho antes, ni siquiera creia que lo pensasen, pero entonces me di cuenta de que tenia razon. Siempre tan cerrada, no me gustaba fardar de nada, fuese verdad o fuese mentira, y, Alex, sin conocerme, se habia dado cuenta antes que nadie, incluso antes que yo. Me quede con la boca abierta, sin saber que decir, antes de que el volviese a girarse a mirar los entrenamientos, y siguio hablando, como si mentalmente se hubiese contestado la pregunta que me acababa de hacer.

- Creo que me voy a apuntar al equipo – repitió.
- ¿En serio?
- Si, ¿Por qué no? – dijo burlon.
- No…por nada. Solo te dire que todos los años ha estado dificil entrar. Siempre entran los mismos cada año, nunca nadie nuevo.
- Este año sera diferente, te lo digo yo.

Y con todo esto, se fue.

-

Era media tarde, y el cielo se encontraba nublado debido a la lluvia que habia caido al mediodia. Me encontraba jugando en un columpio. Mis rubias trenzas se movian al viento energicamente, para adelante y para atrás, cuando de repente entro mi hermana en el jardin de casa. Según me habia dicho por la mañana, habia ido a una especie de mercadillo que habian puesto en la manzana. Abi estaba tan mayor…hacia poco que habia cumplido los catorce años, y estaba guapisima. Se estaba dejando el pelo largo, y tenia flequillo recto desde hace dos semanas como mucho. La camiseta de tirantes azul que llevaba conjuntaba con sus grandes ojos, y tenia una gran sonrisa cuando la abrace nada mas entrar por la verja del jardin. Despues me enseño una bolsita de plastico con todo lo que habia comprado: figuritas para su cuarto, unos pendientes, un colgante con una piedra de un extraño color, y por ultimo, una extraña pulserita de plata que llevaba varios enganches.
- Mira, ¿ves bien estas tres figuritas que cuelgan de la pulsera?
- Si – dije yo, con mi habitual voz infantil -. ¿Qué son?
- Son simbolos tribales. Me lo ha dicho el chico que las vendia, pero a mi me la ha regalado porque decia que era una chica bonita.
- Ese hombre tenia razon hermanita – replique yo, con una amplia sonrisa -. Pero…¿Para que son esos simbolos?
- Ese hombre me ha dicho que era una pulsera de los deseos. Solo puedes pedir tres, pero se te conceden. Y he querido cederte un deseo. Un deseo que pidamos las dos. Yo ya he pedido uno.
- ¿Ah si?¿Y cual ha sido?

De repente, el semblante de Abi se endurecio mucho, como si hubiese dicho algo malo o algo prohibido…otra vez. Ultimamente no hacia mas que ponerme esa cara, como si fuese un sobreaviso de que iba a amenazarme con algo.

- No te lo voy a decir, y como se te escape una sola cosa de todo lo que te cuento, te matare, Rachelle – de pronto, su cara volvio a cambiar, y una gran sonrisa se ensacho por su cara otra vez -. Venga, ahora pidamos el deseo.


Desperte con un grito ahogado y sudando de una manera bestial en mi cama, en el internado. Según el despertador eran las tres de la mañana, y mis amigas seguian durmiendo. ¿¡Que rayos habia sido eso?! Una pesadilla. Habia sido una pesadilla, no cabia duda, pero habia sido tan real como si hubiese estado realmente alli. Habia sido uno de esos extraños sueños, pues habia notado todo tal y como lo habia notado: el olor a lluvia, el abrazo que le habia dado a Abi, el tacto de la plata fria y dura al rozarse con mis dedos… el miedo que le habia tenido a mi hermana.
No era posible, simplemente, no podia serlo. Eso nunca habia pasado, no recordaba nada parecido. Podia haber sido simplemente un sueño, pero sabia que no era asi. Eso habia ocurrido realmente, no se en que momento de mi vida, pero esa escena que acababa de ser representada en mi cabeza habia tenido lugar con anterioridad en la realidad. Lo sabia por todas las sensaciones que habia tenido. Habia sido… real. Y lo malo es que no sabia cuando habia pasado todo eso. De repente, un detalle me vino a la cabeza. La pulsera, la habia distinguido a la perfeccion en el sueño, y la distinguia perfectamente en la realidad. Me levante de un salto de la cama y sali corriendo hacia el escritorio que habia en el pequeño salon, intentando esquivar todos los muebles a mi paso. Tantee con las manos toda la mesa hasta que encontre lo que estaba buscando y lo puse de tal manera que se pudiese ver a la luz de la luna. En efecto, era la pulsera de plata con los tres simbolos tribales colgando de la cadena que habia cogido en mi sueño, y la misma que habia encontrado el dia anterior entre las hojas del diario de Abi.

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jueves, 9 de septiembre de 2010

Reflejos del Pasado: Capitulo 9

Despues de dar miles de vueltas alrededor del campus entero, el cual estaba infestado de estudiantes, encontré a Alexander en las gradas del campo de futbol. Estaba mirando atentamente como los chicos del equipo del año pasado entrenaban para las pruebas de acceso de este curso, y no se dio cuenta de que me encontraba a su lado hasta que le salude.
- Estan entrenando para las pruebas de este año, ¿verdad? – le pregunte como quien no quiere la cosa.
- Si, eso…creo.
- No te he visto por el comedor…
- Ya…es que…no tenia hambre – contesto mientras me inspeccionaba de arriba abajo – creo que me voy a presentar a las pruebas.
- Vaya, no sabia que te gustase el futbol y que se te diese bien.
- Estuve en el equipo de mi instituto hace un par de años. ¿Tu no haces ninguna actividad extraescolar?
- Estuve un tiempo en el equipo de animadoras – respondi, despues de un rato meditando la respuesta. Alex todavia seguia escudriñandome – hasta que Mel y yo peleamos.
- Es decir…¿Qué ya no estas?
- No. Lo deje…no era lo mio.
- Vaya… me habria gustado verte – por fin desvio la mirada y la volvio a clavar en el campo.
- Creeme…no te habria gustado.

Y de repente, Alex volvio a mirarme, un tanto extrañado, pero lo que me dijo me dejo aun mas atonita que su mirada.

- ¿Por qué tienes tan poca fe en ti misma?
- Per…¿Perdon?
- Si, quiero decir. Nos conocemos desde ayer, y ya me has negado varias veces que eres guapa y que eres buena en algo. ¿Eres asi siempre?

Vaya. Aquello si que me sorprendio, y mucho. No me habia esperado que me dijese eso, no tenia sentido. Nadie me lo habia dicho antes, ni siquiera creia que lo pensasen, pero entonces me di cuenta de que tenia razon. Siempre tan cerrada, no me gustaba fardar de nada, fuese verdad o fuese mentira, y, Alex, sin conocerme, se habia dado cuenta antes que nadie, incluso antes que yo. Me quede con la boca abierta, sin saber que decir, antes de que el volviese a girarse a mirar los entrenamientos, y siguio hablando, como si mentalmente se hubiese contestado la pregunta que me acababa de hacer.

- Creo que me voy a apuntar al equipo – repitió.
- ¿En serio?
- Si, ¿Por qué no? – dijo burlon.
- No…por nada. Solo te dire que todos los años ha estado dificil entrar. Siempre entran los mismos cada año, nunca nadie nuevo.
- Este año sera diferente, te lo digo yo.

Y con todo esto, se fue.

-

Era media tarde, y el cielo se encontraba nublado debido a la lluvia que habia caido al mediodia. Me encontraba jugando en un columpio. Mis rubias trenzas se movian al viento energicamente, para adelante y para atrás, cuando de repente entro mi hermana en el jardin de casa. Según me habia dicho por la mañana, habia ido a una especie de mercadillo que habian puesto en la manzana. Abi estaba tan mayor…hacia poco que habia cumplido los catorce años, y estaba guapisima. Se estaba dejando el pelo largo, y tenia flequillo recto desde hace dos semanas como mucho. La camiseta de tirantes azul que llevaba conjuntaba con sus grandes ojos, y tenia una gran sonrisa cuando la abrace nada mas entrar por la verja del jardin. Despues me enseño una bolsita de plastico con todo lo que habia comprado: figuritas para su cuarto, unos pendientes, un colgante con una piedra de un extraño color, y por ultimo, una extraña pulserita de plata que llevaba varios enganches.
- Mira, ¿ves bien estas tres figuritas que cuelgan de la pulsera?
- Si – dije yo, con mi habitual voz infantil -. ¿Qué son?
- Son simbolos tribales. Me lo ha dicho el chico que las vendia, pero a mi me la ha regalado porque decia que era una chica bonita.
- Ese hombre tenia razon hermanita – replique yo, con una amplia sonrisa -. Pero…¿Para que son esos simbolos?
- Ese hombre me ha dicho que era una pulsera de los deseos. Solo puedes pedir tres, pero se te conceden. Y he querido cederte un deseo. Un deseo que pidamos las dos. Yo ya he pedido uno.
- ¿Ah si?¿Y cual ha sido?

De repente, el semblante de Abi se endurecio mucho, como si hubiese dicho algo malo o algo prohibido…otra vez. Ultimamente no hacia mas que ponerme esa cara, como si fuese un sobreaviso de que iba a amenazarme con algo.

- No te lo voy a decir, y como se te escape una sola cosa de todo lo que te cuento, te matare, Rachelle – de pronto, su cara volvio a cambiar, y una gran sonrisa se ensacho por su cara otra vez -. Venga, ahora pidamos el deseo.


Desperte con un grito ahogado y sudando de una manera bestial en mi cama, en el internado. Según el despertador eran las tres de la mañana, y mis amigas seguian durmiendo. ¿¡Que rayos habia sido eso?! Una pesadilla. Habia sido una pesadilla, no cabia duda, pero habia sido tan real como si hubiese estado realmente alli. Habia sido uno de esos extraños sueños, pues habia notado todo tal y como lo habia notado: el olor a lluvia, el abrazo que le habia dado a Abi, el tacto de la plata fria y dura al rozarse con mis dedos… el miedo que le habia tenido a mi hermana.
No era posible, simplemente, no podia serlo. Eso nunca habia pasado, no recordaba nada parecido. Podia haber sido simplemente un sueño, pero sabia que no era asi. Eso habia ocurrido realmente, no se en que momento de mi vida, pero esa escena que acababa de ser representada en mi cabeza habia tenido lugar con anterioridad en la realidad. Lo sabia por todas las sensaciones que habia tenido. Habia sido… real. Y lo malo es que no sabia cuando habia pasado todo eso. De repente, un detalle me vino a la cabeza. La pulsera, la habia distinguido a la perfeccion en el sueño, y la distinguia perfectamente en la realidad. Me levante de un salto de la cama y sali corriendo hacia el escritorio que habia en el pequeño salon, intentando esquivar todos los muebles a mi paso. Tantee con las manos toda la mesa hasta que encontre lo que estaba buscando y lo puse de tal manera que se pudiese ver a la luz de la luna. En efecto, era la pulsera de plata con los tres simbolos tribales colgando de la cadena que habia cogido en mi sueño, y la misma que habia encontrado el dia anterior entre las hojas del diario de Abi.

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