viernes, 16 de abril de 2010

Sombras del Pasado: Capítulo 4


- No te vas a creer a quién acabo de ver en el pasillo.

- ¿¡A quién!?¡Page contéstame de una maldita vez!


Y en ves de contestar, empezó a mirar hacia todos lados, como si estuviese vigilando, o hubiese pillado a alguien espiándonos, aunque no sería necesario, sus gritos se habían oído en medio corredor y la gente que pasaba por ahí nos miraba como si estuviéramos locas. Después, me apartó de en medio, empujándome contra una pared lejos de la multitud, como si lo que me fuese a contar fuese un secreto.


- ¿Te acuerdas del chico de ayer?¿El que salió corriendo del Grill? - me miró con cara sospechosa.
- Si, ¿por?
- Por que está en mi clase de matemáticas.
- ¿¡QUÉEEEEEEE!?
- Lo que oyes...¡y no chilles!
- Pero...pero...¡pero es imposible!
- No, no lo es, ¡y te estoy diciendo que bajes la voz...!
- No me digas que baje la voz por que me es imposible, ¡y tú también estás chillando!
- Si, pero Mel está cerca y no querrás que se entere de que hay un nuevo pivón por aqui, ¿verdad?
- Umm.... - reflexioné medio segundo antes de decidirme - pues no, la verdad.
- Ya me lo temía...pues, entonces, escucha. He podido cotillear un poco su horario de clases, aunque lo único que sé es que ahora tiene Historia.
- Con Mandy, ¿no?
- Si, exacto, ya la he dicho que intente copiar su horario de clases. Te será...imprescindible para seguirle de cerca.
- No lo sabes tu bien - volví a mirar a Page como había hecho en el Grill la noche anterior, con expresión cazadora, justo antes de reírnos y buscar nuestra siguiente clase.

Pero no pasó mucho tiempo desde que me despedí de Page cuando pasé por una esquina y choqué con algo...o con alguien, y...todas mis cosas al suelo. Genial.
Y no hice más que bajar al suelo a recogerlo todo cuando me di un cabezazo contra la otra persona.


- ¡Ay!
- Ups...lo siento, ha sido culpa mía, no había mirado y...lo siento de veras, espera que te ayude a recoger las cosas...
- No pasa nada, en serio, mea culpa, yo tampoco había mirado.

Y cuando volví a alzar la cabeza me encontré con la persona más perfecta del mundo y, si cabía, del universo entero. Se trataba de él. Del chico del Grill, el que desapareció misteriosamente. Me quedé realmente sorprendida, ya que ni siquiera me enteré de cuando me volvió a dirigir la palabra.

- Toma, creo...que esto es tuyo... - me dijo con otra de sus brillantes sonrisas. Estaba mirándome tan fijamente como yo a él, o, puede que fijamente no fuese el término exacto, si no, que estaba en la luna.
- Gra...gra-cias - tartamudeé, tardando un siglo en contestarle.
- No hay de que - volvió a sonreír -, y, a la próxima, cuidado con las esquinas.

El chico se fue sin volverse atrás una sola vez, y yo contemplé como se iba, como una tonta. Así que, después de todo, Page tenía razón y no se lo había inventado, o se lo había imaginado, que era peor aún. Me puse otra vez en camino cuando, esta vez, me encontré a mi amigo Mal, mi mejor amigo...el mejor que podías tener en el mundo entero.

- ¡Maaaaaaaaaaalcolm.............! - grité, corriendo en su dirección en cuanto le vi, tan rápido que cuando le abracé casi le tiro, incluso si se hubiese preparado me podía haber cogido en brazos.
- ¿¡Rachelleeeee!?¿Eres tu?
- ¡Si bobo!, ¿quién iba a ser si no? - le contesté, abrazándolo más fuerte si era posible.
- Es que...¡estás tan cambiada!... - señaló, mirándome de arriba a abajo cuando le solté, como en si echase en falta algo, sintiendo nostalgia por los viejos tiempos.
- Bueno, la gente cambia, y creo que este año he madurado y todo, mira tu por dónde - dije divertida, con mi mejor sonrisa.
- ¿Tú?¿Madurar? No conoces la existencia de esa palabra ja ja.
- Claro que la conozco, lo que pasa es que no está dentro de mi diccionario habitualmente.
- Sí, sí...lo que tu digas, ¿vamos a clase?
- ¡Claro! ¿Qué tienes ahora?
- Matemáticas.
- Entonces te vienes conmigo.
- ¡Genial!
- Si, desde luego. Me alegro de volver a verte Mal, te he echado mucho de menos - volví a decirle mientras nos dirigíamos a la clase juntos.
- Te dije que te vinieses en agosto a mi casa del campo, hay suficientes habitaciones y mis padres te adoran.
- Sé que tus padres me adoran, pero no quiero ser un estorbo.
- ¡Tú nunca estorbas!
- Ya claro... - esbocé una sonrisa para concluir con el tema, y entramos en clase.



jueves, 15 de abril de 2010

Sombras del Pasado: Capítulo 3


Eran las siete y media cuando por fin me encontraba subiendo las escaleras que conducían a la zona residencial del internado al terminar el desayuno. Justo antes de dirigirme a la habitación me pasé por secretaría para recoger mi horario de clases.

No había sido capaz de tomar algo más que un café y un donut, esa mañana no tenía mucho estómago para comidas más copiosas. Seguramente habría sido el sueño él que me había revuelto el estómago, y lo único que quería ahora era dormir. Cuando llegué a mi habitación Mandy y Page estaban terminando de arreglarse y cogiendo la bolsa con los libros de clase antes de bajar a desayunar. Si no se daban prisa...llegarían tarde.

Cuando por fin me quedé sola, empecé a rebuscar entre mis cajones, y encontré lo que buscaba: una foto de cuando era pequeña, con mi hermana mayor Abi y mi padre, el mismo año que desaparecieron. Abi era tan guapa, muchísimo mas guapa que yo: alta, castaña oscura y con flequillo, tenía unos preciosos ojos azules, no como los míos, si no mucho más vivos. Muy inteligente, le encantaba leer y era muy reservada. También escribía un diario, y muchas veces me contaba lo que escribía en él. Creo que por eso empecé a escribir en el blog. Me recordaba tanto a ella...

En cambio, mi padre, era totalmente diferente a ella. Con una sonrisa de oreja a oreja todos los días, aunque las cosas saliesen mal, nos intentaba llevar adelante a Abi y a mi, intentando que fuesemos una familia feliz. Para cuando yo tenía nueve años, él ya tenía unas pequeñas arrugas surcándole la piel de la frente, y su negra mata de pelo empezaba a perderse lentamente.

Acaricié suavemente el cristal de la foto antes de volver a guardarla en el cajón, cuando vi un destello plateado entre las hojas del diario de mi hermana. Nunca me había atrevido a abrirlo ni a leerlo, pero al revolver el cajón esa cosa metálica debió de caerse de entre las páginas. Con sumo cuidado, deposité la foto en su sitio y cogí el pequeño objeto con delicadeza. Era una pulsera de plata con diferentes enganches, con formas muy diversas. En la vida la había visto, y me extrañó mucho encontrarla. Tal vez se le había caído a Mandy o a Page, pero me pareció improbable. De repente, me di cuenta de la hora que era...¡las ocho menos cuarto! Ahora mismo tenía que colocar mi bolso con los libros correspondientes y buscar mi horario para encontrar la clase que tenía a primera hora. Corrí a buscar los libros y a guardarlos en mi bolso, pero aún así, para cuando había salido de la habitación eran menos cinco, y me quedaba recorrer toda la zona residencial y llegar a las clases.

Llegué por los pelos, y, la verdad, es que la primera clase pasó tan aburrida como era costumbre en física, por que, además de que la profesora era un auténtico pelmazo, también se dedicó a recibirnos "amablemente" y comentarnos como iba a ir el curso, como de costumbre. Y, también como de costumbre, yo saqué mi cuaderno de dibujo y me puse a dibujar pequeños paisajes. Total, la hiciese caso como si no, no me enteraría de nada y prefería estudiarlo por mi cuenta.

Acababa de sonar el timbre que indicaba la entrada al nuevo curso y el final de la primera hora cuando todo el mundo salió de la clase de la Srta. Jones en avalancha, y estuvieron a punto de atropellarme unos muchachos de la última fila. No había hecho nada más que llegar al marco de la puerta cuando vi aparecer a Page corriendo en mi dirección como desesperada.

- ¡Page, Page! Para el carro, ¿quieres?

- ¡NO!¡No quiero, ni puedo tampoco!

- ¿Pero que te pasa? - pregunté mientras intentaba tranqilizarla sujetándola de los hombros como podía; no paraba de moverse de un lado a otro.

- ¡Vas a flipar...!

- ¿¡Pero con qué!? ¿¡Me lo quieres contar de una vez Page!?

- No te vas a creer a quién acabó de ver en el pasillo.

domingo, 4 de abril de 2010

Sombras del Pasado: Capítulo 2


Negro. Todo negro. No había una sola mota de luz o de claridad en aquel lugar. Cuando me di cuenta de que estaba despierta eran las cinco de la mañana. Genial. Otra vez uno de aquellos horribles sueños. Sé que no era una pesadilla, se diferenciarlo, y esto no era como un sueño normal. Tenía sensaciones, sensaciones extrañas, únicas. Desagradables. Eran imágenes, escenas de mi vida, o de la vida de otras personas. A veces eran del pasado, otras del futuro. La mayoría eran sobre cosas futuras. Eran como premoniciones, aunqe muchas veces no ocurrían, y, la verdad, es que no se por que me pasaba. Por eso no solía hacerlas caso. Eran molestas, me impedían volver a conciliar el sueño, y a veces me dolía tanto la cabeza que me tenía que quedar en la cama. Las chicas lo sabían pero...a veces no me tomaban en serio, y cada vez que eso pasaba me sentía molesta, no sabía a quien más recurrir. Si por lo menos Malcolm...no. Imposible. Malcolm no puede llegar a saber estas cosas JAMÁS. Si se enterase, me tomaría por loca, aunque seguramente llevase razón.

Me levanté con cuidado de la cama. No quería hacer ruido, y mucho menos despertar a mis amigas. Solo les quedaba una hora de sueño y me matarían. Por suerte, mis ojos ya se habían habituado a la oscuridad reinante, y no me costó llegar hasta el pequeño saloncito de nuestra habitación, donde teníamos un pórtatil. Lo encendí, me puse los cascos y descargué la música de mi mp3 mientras abría mi blog y empezaba a escribir. Era como mi pequeño diario. Ahí decía todo: lo que me pasaba, lo que sentía...todo. Era como un borrador de mi minúsculo cerebro, como si no quisiese que se me borrasen los recuerdos, como unacopia de seguridad. Incluso contaba mis sueños. Ups,canción nueva, My Life Would Suck Without You, de Kelly Clarkson. No pegaba mucho con mi estado de ánimo en estos momentos, pero siempre era agradable oír algo de música suave cuando lo que más te apetece es chillar. Poco a poco, fue saliendo el sol, y la mañana se fue aclarando lentamente. Decidida a empezar un nuevo día, apagué el ordenador y me preparé la ropa que pensaba ponerme. Pitillos vaqueros negros, las nuevas sandalias de cuña que me habían regalado mis niñas favoritas, verdes muy oscuras, y dudaba entre una camiseta con estampado floral con escote o una de tirantes blanca con uno de esos mensajes en plan "bésame" o "muérdeme", o cualquier otro mensaje que se les ocurriese a los de los grandes almácenes. La verdad es que no quería parecer pija (odiaba a las pijas), y quería ir más en plan de "no-te-metas-conmigo-o-con-mis-amigas-porque-acabarás-mal-muy-mal". En cierto modo era yo la que ponía el orden entre los pupitres, las chicas no se juntaban conmigo por eso y muchos chicos me tenían miedo. Pero, por suerte, me tenían miedo los peores, los matones, excepto Drake. Se creía que por haberse liado una vez conmigo tenía derechos sobre mi. También era al que más odiaba, pero, que le vamos a hacer. Siempre ha estado en este internado y no creo que se fuese a ir para un año que le queda, aunque no se como nunca ha repetido curso. Dejando a un lado todas estas reflexiones, escogí la camiseta con el mensaje. Me vestí rápidamente, me di mi tradicional raya y añadí el reloj y el anillo de plato que me había dejado en herencia mi madre, justo antes de mirar mi figura en el espejo. Yo, Rachelle Williams, de diecisiete años, de estatura media, rubia clara y con ojos azules, parecía una chica decidida frente al espejo. Alguien que no se dejaba intimidar fácilmente por nadie, alguien fuerte. Exteriormente, era así, me había definido tal como los demás me veían. Pero, interiormente, todos esos cimientos que la gente creía que el tiempo había levantado estaban desmoronados, era totalmente diferente. Derrumbada por dentro, todos los días por las noches, antes de acostarme, pasaba un huracán a destruir toda la dureza que había mostrado durante el día entero. Era duro, pero era así. Sin padres ni familiares lo suficientemente cercanos como para que me acogiesen, mi tía había pagado todos estos años de internado para que creciese aquí. La pura verdad, y no tenía más remedio que aceptarla. Intentando apartar esos sentimientos de pena y culpabilidad, pensé en el efecto que hacían los zapatos con el conjunto que había elegido. "Mucho más estilizada, y como no, mucho más alta" me dije para mí misma. Era delgada, pero así lo parecía mucho más. La camiseta adelgazaba mucho y el ir más alta delo normal también. Nunca llevaba tacones a clase, solo cuando salía, y no estaba acostumbrada, pero las chicas me matarían. Con todo esto, me dieron casi las seis, así que tomé mi cazadora vaquera en mano, dejé una nota en mi cama y salí de mi habitación sin dar un portazo, justo antes de bajar unas escaleras que me llevarían al otro lado del área residencial. Cuanto antes llegase, más tiempo tendría para desayunar con calma.





_________________________________________________________




No me hizo falta ninguna alarma ni nada por el estilo para despertarme. Mi cuerpo estaba tan acostumbrado a madrugar que el solo funcionaba como un reloj. Las seis de la mañana. Me iba a sobrar tiempo antes de que empezasen las clases si no iba a bajar a desayunar, ya estaba lo suficientemente saciado de la noche anterior.


No tenía que buscar mucho sobre que me iba a poner: sudadera negra, vaqueros, y deportivas negras, como siempre. El pelo bien colocado, como siempre también, y, como no, mis gafas de sol. La verdad, es que, para que mentir, siempre iba informal, pero al tiempo elegante. Eso era lo que había aprendido a ser después de tanto tiempo practicando.


Solo me faltaba un pequeño detalle. El largo colgante de agatha de fuego, imprescindible para mí. Por último, me decidí a bajar. Si no desayunaba, por lo menos haría un pequeño recorrido turístico por el internado, ya que no conocía nada de nada, y también tenía que pasar por secretaría para mi horario de clases.


Ya era hora de empezar el curso, y yo, sería una persona totalmente nueva.






PD: pues nada, que este capitulo esta escrito para alguien en especial.
Bellieta, te dedico esta entrada con todo mi amor:


Elenea (paridas nuestras, sin importancia, pero lo prometido es deuda xDDD)

viernes, 2 de abril de 2010

Sombras del Pasado: Capítulo 1




Aquel chico me miró de arriba a abajo, como sorprendido, como si me conociese. Tal vez...tal vez había venido por aquí mas veces y me había visto. Aún así, sus facciones se mostraron serenas.


  • ¿Qué desea tomar?

  • Me...me gustaría – me contesto, mientras miraba la pequeña carta que tenía delante – un café, si, un café. Un expresso doble por favor.

  • Está bien. ¿Algo más? - dije con mi mejor sonrisa, que el joven me devolvió.

  • Si...ponme...ponme...una cerveza. Si quieres mi carnet...

  • No hace falta...me fio de ti.

Y entonces me devolvió la sonrisa más deslumbrante que había visto en toda mi vida. Y entonces creí que realmente alguien había enviado a un ángel a conocerme, puesto que me quedé con la boca abierta, incapaz de pronunciar palabra.


Y entonces...alguien puso la televisión. Y aparecieron las noticias. El apuesto chico dejó de mirarme y desvió la mirada hacia lo que estaban echando. Había habido un accidente de coche en una carretera cercana. Las dos personas, dos chicas, que iban en el coche, habían muerto, era casi seguro. Pero no se habían encontrado los cadáveres. Demasiado raro, dije para mis adentros. Y no debí ser la única en pensarlo, puesto que el joven no se lo pensó dos veces y, disculpándose, salió disparado del Grill.


Y yo, me volví a quedar con la boca abierta. No sé que había pasado por allí. Me sentía como si hubiese pasado un huracán y solo me hubiese dejado a mi en su sitio. No, espera...como si hubiese dejado todo en su sitio, menos a mi. Y aquel huracán se había tratado del chico.


Page y Mandy me tuvieron que zarandear varias veces para que pudiese coger una buena bocanada de aire y respirase de una vez. Me había quedado tan sorprendida, que era incapaz de moverme.



  • ¿Rachelle...?¿Estás bien? - me preguntaba Mandy.

  • ¡Respira! - decía Page.

  • Si, estoy...¿bien? No sé...no sé como estoy.

  • ¿Qué ha pasado...con el chico?¡Ha salido corriendo!

  • Si...¡lo sé! Lo que no sé es por que lo ha hecho...ha tenido una...respuesta extraña...en cuanto a la tele...

  • Si...demasiada extraña...Rachelle...¿qué hacemos?

  • Solo sé lo que no voy a hacer, y va a ser quedarme...¡¡¡Ryan...!!!

El interpelado tardó un rato en responder, pero ya sabía perfectamente que quería. No le quedó mas remedio que resignarse y aguantar los quince minutos más que casi le quito.


Era pleno verano, pero, sin embargo, hacía una noche fría. Antes de montarnos en el coche de Page, dimos un paseo. Sería nuestra última noche libre antes del último curso que estaríamos juntas. Necesitábamos esa noche, más que ninguna otra. Tres amigas juntas a la luz de la luna, sin nada que se interpusiese entre nosotras. Esa noche era mágica, era especial. Y ningún chico con aspecto de ángel pero con carácter extraño iba a impedirme disfrutar de esa noche. Tal vez ese chico no fuera para mi, pero...¿quién quiere a un hombre perfecto teniendo a Page y a Mandy contigo?


Yo, desde luego, no lo necesitaba.


















No. No era posible. Simplemente, no lo era. Y, simplemente, sabía que algo acabaría ocurriendo. Lo supe desde el primer momento que volví a plantar un pie aquí. A las afueras de Nueva York. Tuve cuidado, mucho cuidado, sabía que esto era peligroso, y que, si cometía un minúsculo fallo, todo se iría a la mierda. Aún así, había sido algo extraño. Un accidente en una carretera de los alrededores, se sospecha que las dos chicas están muertas, pero no están los cadáveres. Si, la verdad es que podría servir para encubrir a los asesinos, pero, también hay que decirlo, ha sido una forma extraña de hacerlo. Podían haber sido más cuidadosos y menos llamativos. Sobretodo, por que las dos chicas desaparecidas estaban estudiando en el mismo internado, el mismo internado donde me he matriculado yo este año, el mismo internado donde reside la persona que ha provocado mi regreso a este lugar. Sin pensarmelo dos veces, monté en el Audi TT que había en frente del Grill, donde estaba apoyado. Tenía que llegar esta noche a aquella extraña y misteriosa escuela.














El aire fresco que entraba por la ventanilla del coche de Page era relajante. Me hacía despejar la mente, olvidarme de los problemas y reflexionar sobre las cosas. La verdad es que no me gustaba tener que ir en coche con Mandy y Page, y menos de noche, debido al accidente que había salido en las noticias. Habría preferido volver en tren, como todos los demás días, pero, a estas alturas, tampoco me fiaba de nadie que no conociese, aunque poca gente nueva iría al internado.


Y ese chico... que extraño fue todo. Había algo raro incluso en su mirada, en la forma en la que me había mirado, como si lo hubiese hecho de forma maternal. El caso es que, lo mirase por donde lo mirase, no me lo había quitado todavía de la cabeza. Ni su boca, ni su pelo, ni sus ojos. Aquellos preciosos ojos... la verdad es que esa noche había sido mágica y especial, pero también extraña e inquietante. Decidí prestar atención a Page y dejar a un lado mis pensamientos cuando ella subió el volumen de su voz para que la hiciesemos caso.



  • Mirad chicas, ya casi hemos llegado. Mandy, mona, despierta un rato, que pareces un perezoso.

  • ¿Ya estamos aquí...?Con lo a gusto que estaba yo aquí tan tranquilita dormida... - replicó la interpelada.

  • Hombre...- señalé yo – si quieres quedarte aquí a dormir en vez de en tu cama...tu misma...

  • ¡No...!Venga vamos...supongo que el aire me despejará un poco...

  • Si, despéjate, por que antes de irnos a dormir, tenemos que darle a Rachelle unas cosillas...¿o ya no te acuerdas...?

  • ¡Es cierto...!Ya ni me acordaba...

  • ¿Qué...cosas...?Me dais miedo chicas...mucho miedo...

  • No te preocupes cariño...no es nada...raro...- añadió Page, poco antes de soltar una risotada...

Ya solo nos faltaba subir a nuestra habitación para que las chicas colocasen su equipaje y nos fuesemos a dormir. Las vacaciones habían terminado definitivamente. Y este curso en el internado nos depararía muchas sorpresas, estaba más que segura.

viernes, 16 de abril de 2010

Sombras del Pasado: Capítulo 4


- No te vas a creer a quién acabo de ver en el pasillo.

- ¿¡A quién!?¡Page contéstame de una maldita vez!


Y en ves de contestar, empezó a mirar hacia todos lados, como si estuviese vigilando, o hubiese pillado a alguien espiándonos, aunque no sería necesario, sus gritos se habían oído en medio corredor y la gente que pasaba por ahí nos miraba como si estuviéramos locas. Después, me apartó de en medio, empujándome contra una pared lejos de la multitud, como si lo que me fuese a contar fuese un secreto.


- ¿Te acuerdas del chico de ayer?¿El que salió corriendo del Grill? - me miró con cara sospechosa.
- Si, ¿por?
- Por que está en mi clase de matemáticas.
- ¿¡QUÉEEEEEEE!?
- Lo que oyes...¡y no chilles!
- Pero...pero...¡pero es imposible!
- No, no lo es, ¡y te estoy diciendo que bajes la voz...!
- No me digas que baje la voz por que me es imposible, ¡y tú también estás chillando!
- Si, pero Mel está cerca y no querrás que se entere de que hay un nuevo pivón por aqui, ¿verdad?
- Umm.... - reflexioné medio segundo antes de decidirme - pues no, la verdad.
- Ya me lo temía...pues, entonces, escucha. He podido cotillear un poco su horario de clases, aunque lo único que sé es que ahora tiene Historia.
- Con Mandy, ¿no?
- Si, exacto, ya la he dicho que intente copiar su horario de clases. Te será...imprescindible para seguirle de cerca.
- No lo sabes tu bien - volví a mirar a Page como había hecho en el Grill la noche anterior, con expresión cazadora, justo antes de reírnos y buscar nuestra siguiente clase.

Pero no pasó mucho tiempo desde que me despedí de Page cuando pasé por una esquina y choqué con algo...o con alguien, y...todas mis cosas al suelo. Genial.
Y no hice más que bajar al suelo a recogerlo todo cuando me di un cabezazo contra la otra persona.


- ¡Ay!
- Ups...lo siento, ha sido culpa mía, no había mirado y...lo siento de veras, espera que te ayude a recoger las cosas...
- No pasa nada, en serio, mea culpa, yo tampoco había mirado.

Y cuando volví a alzar la cabeza me encontré con la persona más perfecta del mundo y, si cabía, del universo entero. Se trataba de él. Del chico del Grill, el que desapareció misteriosamente. Me quedé realmente sorprendida, ya que ni siquiera me enteré de cuando me volvió a dirigir la palabra.

- Toma, creo...que esto es tuyo... - me dijo con otra de sus brillantes sonrisas. Estaba mirándome tan fijamente como yo a él, o, puede que fijamente no fuese el término exacto, si no, que estaba en la luna.
- Gra...gra-cias - tartamudeé, tardando un siglo en contestarle.
- No hay de que - volvió a sonreír -, y, a la próxima, cuidado con las esquinas.

El chico se fue sin volverse atrás una sola vez, y yo contemplé como se iba, como una tonta. Así que, después de todo, Page tenía razón y no se lo había inventado, o se lo había imaginado, que era peor aún. Me puse otra vez en camino cuando, esta vez, me encontré a mi amigo Mal, mi mejor amigo...el mejor que podías tener en el mundo entero.

- ¡Maaaaaaaaaaalcolm.............! - grité, corriendo en su dirección en cuanto le vi, tan rápido que cuando le abracé casi le tiro, incluso si se hubiese preparado me podía haber cogido en brazos.
- ¿¡Rachelleeeee!?¿Eres tu?
- ¡Si bobo!, ¿quién iba a ser si no? - le contesté, abrazándolo más fuerte si era posible.
- Es que...¡estás tan cambiada!... - señaló, mirándome de arriba a abajo cuando le solté, como en si echase en falta algo, sintiendo nostalgia por los viejos tiempos.
- Bueno, la gente cambia, y creo que este año he madurado y todo, mira tu por dónde - dije divertida, con mi mejor sonrisa.
- ¿Tú?¿Madurar? No conoces la existencia de esa palabra ja ja.
- Claro que la conozco, lo que pasa es que no está dentro de mi diccionario habitualmente.
- Sí, sí...lo que tu digas, ¿vamos a clase?
- ¡Claro! ¿Qué tienes ahora?
- Matemáticas.
- Entonces te vienes conmigo.
- ¡Genial!
- Si, desde luego. Me alegro de volver a verte Mal, te he echado mucho de menos - volví a decirle mientras nos dirigíamos a la clase juntos.
- Te dije que te vinieses en agosto a mi casa del campo, hay suficientes habitaciones y mis padres te adoran.
- Sé que tus padres me adoran, pero no quiero ser un estorbo.
- ¡Tú nunca estorbas!
- Ya claro... - esbocé una sonrisa para concluir con el tema, y entramos en clase.



jueves, 15 de abril de 2010

Sombras del Pasado: Capítulo 3


Eran las siete y media cuando por fin me encontraba subiendo las escaleras que conducían a la zona residencial del internado al terminar el desayuno. Justo antes de dirigirme a la habitación me pasé por secretaría para recoger mi horario de clases.

No había sido capaz de tomar algo más que un café y un donut, esa mañana no tenía mucho estómago para comidas más copiosas. Seguramente habría sido el sueño él que me había revuelto el estómago, y lo único que quería ahora era dormir. Cuando llegué a mi habitación Mandy y Page estaban terminando de arreglarse y cogiendo la bolsa con los libros de clase antes de bajar a desayunar. Si no se daban prisa...llegarían tarde.

Cuando por fin me quedé sola, empecé a rebuscar entre mis cajones, y encontré lo que buscaba: una foto de cuando era pequeña, con mi hermana mayor Abi y mi padre, el mismo año que desaparecieron. Abi era tan guapa, muchísimo mas guapa que yo: alta, castaña oscura y con flequillo, tenía unos preciosos ojos azules, no como los míos, si no mucho más vivos. Muy inteligente, le encantaba leer y era muy reservada. También escribía un diario, y muchas veces me contaba lo que escribía en él. Creo que por eso empecé a escribir en el blog. Me recordaba tanto a ella...

En cambio, mi padre, era totalmente diferente a ella. Con una sonrisa de oreja a oreja todos los días, aunque las cosas saliesen mal, nos intentaba llevar adelante a Abi y a mi, intentando que fuesemos una familia feliz. Para cuando yo tenía nueve años, él ya tenía unas pequeñas arrugas surcándole la piel de la frente, y su negra mata de pelo empezaba a perderse lentamente.

Acaricié suavemente el cristal de la foto antes de volver a guardarla en el cajón, cuando vi un destello plateado entre las hojas del diario de mi hermana. Nunca me había atrevido a abrirlo ni a leerlo, pero al revolver el cajón esa cosa metálica debió de caerse de entre las páginas. Con sumo cuidado, deposité la foto en su sitio y cogí el pequeño objeto con delicadeza. Era una pulsera de plata con diferentes enganches, con formas muy diversas. En la vida la había visto, y me extrañó mucho encontrarla. Tal vez se le había caído a Mandy o a Page, pero me pareció improbable. De repente, me di cuenta de la hora que era...¡las ocho menos cuarto! Ahora mismo tenía que colocar mi bolso con los libros correspondientes y buscar mi horario para encontrar la clase que tenía a primera hora. Corrí a buscar los libros y a guardarlos en mi bolso, pero aún así, para cuando había salido de la habitación eran menos cinco, y me quedaba recorrer toda la zona residencial y llegar a las clases.

Llegué por los pelos, y, la verdad, es que la primera clase pasó tan aburrida como era costumbre en física, por que, además de que la profesora era un auténtico pelmazo, también se dedicó a recibirnos "amablemente" y comentarnos como iba a ir el curso, como de costumbre. Y, también como de costumbre, yo saqué mi cuaderno de dibujo y me puse a dibujar pequeños paisajes. Total, la hiciese caso como si no, no me enteraría de nada y prefería estudiarlo por mi cuenta.

Acababa de sonar el timbre que indicaba la entrada al nuevo curso y el final de la primera hora cuando todo el mundo salió de la clase de la Srta. Jones en avalancha, y estuvieron a punto de atropellarme unos muchachos de la última fila. No había hecho nada más que llegar al marco de la puerta cuando vi aparecer a Page corriendo en mi dirección como desesperada.

- ¡Page, Page! Para el carro, ¿quieres?

- ¡NO!¡No quiero, ni puedo tampoco!

- ¿Pero que te pasa? - pregunté mientras intentaba tranqilizarla sujetándola de los hombros como podía; no paraba de moverse de un lado a otro.

- ¡Vas a flipar...!

- ¿¡Pero con qué!? ¿¡Me lo quieres contar de una vez Page!?

- No te vas a creer a quién acabó de ver en el pasillo.

domingo, 4 de abril de 2010

Sombras del Pasado: Capítulo 2


Negro. Todo negro. No había una sola mota de luz o de claridad en aquel lugar. Cuando me di cuenta de que estaba despierta eran las cinco de la mañana. Genial. Otra vez uno de aquellos horribles sueños. Sé que no era una pesadilla, se diferenciarlo, y esto no era como un sueño normal. Tenía sensaciones, sensaciones extrañas, únicas. Desagradables. Eran imágenes, escenas de mi vida, o de la vida de otras personas. A veces eran del pasado, otras del futuro. La mayoría eran sobre cosas futuras. Eran como premoniciones, aunqe muchas veces no ocurrían, y, la verdad, es que no se por que me pasaba. Por eso no solía hacerlas caso. Eran molestas, me impedían volver a conciliar el sueño, y a veces me dolía tanto la cabeza que me tenía que quedar en la cama. Las chicas lo sabían pero...a veces no me tomaban en serio, y cada vez que eso pasaba me sentía molesta, no sabía a quien más recurrir. Si por lo menos Malcolm...no. Imposible. Malcolm no puede llegar a saber estas cosas JAMÁS. Si se enterase, me tomaría por loca, aunque seguramente llevase razón.

Me levanté con cuidado de la cama. No quería hacer ruido, y mucho menos despertar a mis amigas. Solo les quedaba una hora de sueño y me matarían. Por suerte, mis ojos ya se habían habituado a la oscuridad reinante, y no me costó llegar hasta el pequeño saloncito de nuestra habitación, donde teníamos un pórtatil. Lo encendí, me puse los cascos y descargué la música de mi mp3 mientras abría mi blog y empezaba a escribir. Era como mi pequeño diario. Ahí decía todo: lo que me pasaba, lo que sentía...todo. Era como un borrador de mi minúsculo cerebro, como si no quisiese que se me borrasen los recuerdos, como unacopia de seguridad. Incluso contaba mis sueños. Ups,canción nueva, My Life Would Suck Without You, de Kelly Clarkson. No pegaba mucho con mi estado de ánimo en estos momentos, pero siempre era agradable oír algo de música suave cuando lo que más te apetece es chillar. Poco a poco, fue saliendo el sol, y la mañana se fue aclarando lentamente. Decidida a empezar un nuevo día, apagué el ordenador y me preparé la ropa que pensaba ponerme. Pitillos vaqueros negros, las nuevas sandalias de cuña que me habían regalado mis niñas favoritas, verdes muy oscuras, y dudaba entre una camiseta con estampado floral con escote o una de tirantes blanca con uno de esos mensajes en plan "bésame" o "muérdeme", o cualquier otro mensaje que se les ocurriese a los de los grandes almácenes. La verdad es que no quería parecer pija (odiaba a las pijas), y quería ir más en plan de "no-te-metas-conmigo-o-con-mis-amigas-porque-acabarás-mal-muy-mal". En cierto modo era yo la que ponía el orden entre los pupitres, las chicas no se juntaban conmigo por eso y muchos chicos me tenían miedo. Pero, por suerte, me tenían miedo los peores, los matones, excepto Drake. Se creía que por haberse liado una vez conmigo tenía derechos sobre mi. También era al que más odiaba, pero, que le vamos a hacer. Siempre ha estado en este internado y no creo que se fuese a ir para un año que le queda, aunque no se como nunca ha repetido curso. Dejando a un lado todas estas reflexiones, escogí la camiseta con el mensaje. Me vestí rápidamente, me di mi tradicional raya y añadí el reloj y el anillo de plato que me había dejado en herencia mi madre, justo antes de mirar mi figura en el espejo. Yo, Rachelle Williams, de diecisiete años, de estatura media, rubia clara y con ojos azules, parecía una chica decidida frente al espejo. Alguien que no se dejaba intimidar fácilmente por nadie, alguien fuerte. Exteriormente, era así, me había definido tal como los demás me veían. Pero, interiormente, todos esos cimientos que la gente creía que el tiempo había levantado estaban desmoronados, era totalmente diferente. Derrumbada por dentro, todos los días por las noches, antes de acostarme, pasaba un huracán a destruir toda la dureza que había mostrado durante el día entero. Era duro, pero era así. Sin padres ni familiares lo suficientemente cercanos como para que me acogiesen, mi tía había pagado todos estos años de internado para que creciese aquí. La pura verdad, y no tenía más remedio que aceptarla. Intentando apartar esos sentimientos de pena y culpabilidad, pensé en el efecto que hacían los zapatos con el conjunto que había elegido. "Mucho más estilizada, y como no, mucho más alta" me dije para mí misma. Era delgada, pero así lo parecía mucho más. La camiseta adelgazaba mucho y el ir más alta delo normal también. Nunca llevaba tacones a clase, solo cuando salía, y no estaba acostumbrada, pero las chicas me matarían. Con todo esto, me dieron casi las seis, así que tomé mi cazadora vaquera en mano, dejé una nota en mi cama y salí de mi habitación sin dar un portazo, justo antes de bajar unas escaleras que me llevarían al otro lado del área residencial. Cuanto antes llegase, más tiempo tendría para desayunar con calma.





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No me hizo falta ninguna alarma ni nada por el estilo para despertarme. Mi cuerpo estaba tan acostumbrado a madrugar que el solo funcionaba como un reloj. Las seis de la mañana. Me iba a sobrar tiempo antes de que empezasen las clases si no iba a bajar a desayunar, ya estaba lo suficientemente saciado de la noche anterior.


No tenía que buscar mucho sobre que me iba a poner: sudadera negra, vaqueros, y deportivas negras, como siempre. El pelo bien colocado, como siempre también, y, como no, mis gafas de sol. La verdad, es que, para que mentir, siempre iba informal, pero al tiempo elegante. Eso era lo que había aprendido a ser después de tanto tiempo practicando.


Solo me faltaba un pequeño detalle. El largo colgante de agatha de fuego, imprescindible para mí. Por último, me decidí a bajar. Si no desayunaba, por lo menos haría un pequeño recorrido turístico por el internado, ya que no conocía nada de nada, y también tenía que pasar por secretaría para mi horario de clases.


Ya era hora de empezar el curso, y yo, sería una persona totalmente nueva.






PD: pues nada, que este capitulo esta escrito para alguien en especial.
Bellieta, te dedico esta entrada con todo mi amor:


Elenea (paridas nuestras, sin importancia, pero lo prometido es deuda xDDD)

viernes, 2 de abril de 2010

Sombras del Pasado: Capítulo 1




Aquel chico me miró de arriba a abajo, como sorprendido, como si me conociese. Tal vez...tal vez había venido por aquí mas veces y me había visto. Aún así, sus facciones se mostraron serenas.


  • ¿Qué desea tomar?

  • Me...me gustaría – me contesto, mientras miraba la pequeña carta que tenía delante – un café, si, un café. Un expresso doble por favor.

  • Está bien. ¿Algo más? - dije con mi mejor sonrisa, que el joven me devolvió.

  • Si...ponme...ponme...una cerveza. Si quieres mi carnet...

  • No hace falta...me fio de ti.

Y entonces me devolvió la sonrisa más deslumbrante que había visto en toda mi vida. Y entonces creí que realmente alguien había enviado a un ángel a conocerme, puesto que me quedé con la boca abierta, incapaz de pronunciar palabra.


Y entonces...alguien puso la televisión. Y aparecieron las noticias. El apuesto chico dejó de mirarme y desvió la mirada hacia lo que estaban echando. Había habido un accidente de coche en una carretera cercana. Las dos personas, dos chicas, que iban en el coche, habían muerto, era casi seguro. Pero no se habían encontrado los cadáveres. Demasiado raro, dije para mis adentros. Y no debí ser la única en pensarlo, puesto que el joven no se lo pensó dos veces y, disculpándose, salió disparado del Grill.


Y yo, me volví a quedar con la boca abierta. No sé que había pasado por allí. Me sentía como si hubiese pasado un huracán y solo me hubiese dejado a mi en su sitio. No, espera...como si hubiese dejado todo en su sitio, menos a mi. Y aquel huracán se había tratado del chico.


Page y Mandy me tuvieron que zarandear varias veces para que pudiese coger una buena bocanada de aire y respirase de una vez. Me había quedado tan sorprendida, que era incapaz de moverme.



  • ¿Rachelle...?¿Estás bien? - me preguntaba Mandy.

  • ¡Respira! - decía Page.

  • Si, estoy...¿bien? No sé...no sé como estoy.

  • ¿Qué ha pasado...con el chico?¡Ha salido corriendo!

  • Si...¡lo sé! Lo que no sé es por que lo ha hecho...ha tenido una...respuesta extraña...en cuanto a la tele...

  • Si...demasiada extraña...Rachelle...¿qué hacemos?

  • Solo sé lo que no voy a hacer, y va a ser quedarme...¡¡¡Ryan...!!!

El interpelado tardó un rato en responder, pero ya sabía perfectamente que quería. No le quedó mas remedio que resignarse y aguantar los quince minutos más que casi le quito.


Era pleno verano, pero, sin embargo, hacía una noche fría. Antes de montarnos en el coche de Page, dimos un paseo. Sería nuestra última noche libre antes del último curso que estaríamos juntas. Necesitábamos esa noche, más que ninguna otra. Tres amigas juntas a la luz de la luna, sin nada que se interpusiese entre nosotras. Esa noche era mágica, era especial. Y ningún chico con aspecto de ángel pero con carácter extraño iba a impedirme disfrutar de esa noche. Tal vez ese chico no fuera para mi, pero...¿quién quiere a un hombre perfecto teniendo a Page y a Mandy contigo?


Yo, desde luego, no lo necesitaba.


















No. No era posible. Simplemente, no lo era. Y, simplemente, sabía que algo acabaría ocurriendo. Lo supe desde el primer momento que volví a plantar un pie aquí. A las afueras de Nueva York. Tuve cuidado, mucho cuidado, sabía que esto era peligroso, y que, si cometía un minúsculo fallo, todo se iría a la mierda. Aún así, había sido algo extraño. Un accidente en una carretera de los alrededores, se sospecha que las dos chicas están muertas, pero no están los cadáveres. Si, la verdad es que podría servir para encubrir a los asesinos, pero, también hay que decirlo, ha sido una forma extraña de hacerlo. Podían haber sido más cuidadosos y menos llamativos. Sobretodo, por que las dos chicas desaparecidas estaban estudiando en el mismo internado, el mismo internado donde me he matriculado yo este año, el mismo internado donde reside la persona que ha provocado mi regreso a este lugar. Sin pensarmelo dos veces, monté en el Audi TT que había en frente del Grill, donde estaba apoyado. Tenía que llegar esta noche a aquella extraña y misteriosa escuela.














El aire fresco que entraba por la ventanilla del coche de Page era relajante. Me hacía despejar la mente, olvidarme de los problemas y reflexionar sobre las cosas. La verdad es que no me gustaba tener que ir en coche con Mandy y Page, y menos de noche, debido al accidente que había salido en las noticias. Habría preferido volver en tren, como todos los demás días, pero, a estas alturas, tampoco me fiaba de nadie que no conociese, aunque poca gente nueva iría al internado.


Y ese chico... que extraño fue todo. Había algo raro incluso en su mirada, en la forma en la que me había mirado, como si lo hubiese hecho de forma maternal. El caso es que, lo mirase por donde lo mirase, no me lo había quitado todavía de la cabeza. Ni su boca, ni su pelo, ni sus ojos. Aquellos preciosos ojos... la verdad es que esa noche había sido mágica y especial, pero también extraña e inquietante. Decidí prestar atención a Page y dejar a un lado mis pensamientos cuando ella subió el volumen de su voz para que la hiciesemos caso.



  • Mirad chicas, ya casi hemos llegado. Mandy, mona, despierta un rato, que pareces un perezoso.

  • ¿Ya estamos aquí...?Con lo a gusto que estaba yo aquí tan tranquilita dormida... - replicó la interpelada.

  • Hombre...- señalé yo – si quieres quedarte aquí a dormir en vez de en tu cama...tu misma...

  • ¡No...!Venga vamos...supongo que el aire me despejará un poco...

  • Si, despéjate, por que antes de irnos a dormir, tenemos que darle a Rachelle unas cosillas...¿o ya no te acuerdas...?

  • ¡Es cierto...!Ya ni me acordaba...

  • ¿Qué...cosas...?Me dais miedo chicas...mucho miedo...

  • No te preocupes cariño...no es nada...raro...- añadió Page, poco antes de soltar una risotada...

Ya solo nos faltaba subir a nuestra habitación para que las chicas colocasen su equipaje y nos fuesemos a dormir. Las vacaciones habían terminado definitivamente. Y este curso en el internado nos depararía muchas sorpresas, estaba más que segura.