viernes, 2 de abril de 2010

Sombras del Pasado: Capítulo 1




Aquel chico me miró de arriba a abajo, como sorprendido, como si me conociese. Tal vez...tal vez había venido por aquí mas veces y me había visto. Aún así, sus facciones se mostraron serenas.


  • ¿Qué desea tomar?

  • Me...me gustaría – me contesto, mientras miraba la pequeña carta que tenía delante – un café, si, un café. Un expresso doble por favor.

  • Está bien. ¿Algo más? - dije con mi mejor sonrisa, que el joven me devolvió.

  • Si...ponme...ponme...una cerveza. Si quieres mi carnet...

  • No hace falta...me fio de ti.

Y entonces me devolvió la sonrisa más deslumbrante que había visto en toda mi vida. Y entonces creí que realmente alguien había enviado a un ángel a conocerme, puesto que me quedé con la boca abierta, incapaz de pronunciar palabra.


Y entonces...alguien puso la televisión. Y aparecieron las noticias. El apuesto chico dejó de mirarme y desvió la mirada hacia lo que estaban echando. Había habido un accidente de coche en una carretera cercana. Las dos personas, dos chicas, que iban en el coche, habían muerto, era casi seguro. Pero no se habían encontrado los cadáveres. Demasiado raro, dije para mis adentros. Y no debí ser la única en pensarlo, puesto que el joven no se lo pensó dos veces y, disculpándose, salió disparado del Grill.


Y yo, me volví a quedar con la boca abierta. No sé que había pasado por allí. Me sentía como si hubiese pasado un huracán y solo me hubiese dejado a mi en su sitio. No, espera...como si hubiese dejado todo en su sitio, menos a mi. Y aquel huracán se había tratado del chico.


Page y Mandy me tuvieron que zarandear varias veces para que pudiese coger una buena bocanada de aire y respirase de una vez. Me había quedado tan sorprendida, que era incapaz de moverme.



  • ¿Rachelle...?¿Estás bien? - me preguntaba Mandy.

  • ¡Respira! - decía Page.

  • Si, estoy...¿bien? No sé...no sé como estoy.

  • ¿Qué ha pasado...con el chico?¡Ha salido corriendo!

  • Si...¡lo sé! Lo que no sé es por que lo ha hecho...ha tenido una...respuesta extraña...en cuanto a la tele...

  • Si...demasiada extraña...Rachelle...¿qué hacemos?

  • Solo sé lo que no voy a hacer, y va a ser quedarme...¡¡¡Ryan...!!!

El interpelado tardó un rato en responder, pero ya sabía perfectamente que quería. No le quedó mas remedio que resignarse y aguantar los quince minutos más que casi le quito.


Era pleno verano, pero, sin embargo, hacía una noche fría. Antes de montarnos en el coche de Page, dimos un paseo. Sería nuestra última noche libre antes del último curso que estaríamos juntas. Necesitábamos esa noche, más que ninguna otra. Tres amigas juntas a la luz de la luna, sin nada que se interpusiese entre nosotras. Esa noche era mágica, era especial. Y ningún chico con aspecto de ángel pero con carácter extraño iba a impedirme disfrutar de esa noche. Tal vez ese chico no fuera para mi, pero...¿quién quiere a un hombre perfecto teniendo a Page y a Mandy contigo?


Yo, desde luego, no lo necesitaba.


















No. No era posible. Simplemente, no lo era. Y, simplemente, sabía que algo acabaría ocurriendo. Lo supe desde el primer momento que volví a plantar un pie aquí. A las afueras de Nueva York. Tuve cuidado, mucho cuidado, sabía que esto era peligroso, y que, si cometía un minúsculo fallo, todo se iría a la mierda. Aún así, había sido algo extraño. Un accidente en una carretera de los alrededores, se sospecha que las dos chicas están muertas, pero no están los cadáveres. Si, la verdad es que podría servir para encubrir a los asesinos, pero, también hay que decirlo, ha sido una forma extraña de hacerlo. Podían haber sido más cuidadosos y menos llamativos. Sobretodo, por que las dos chicas desaparecidas estaban estudiando en el mismo internado, el mismo internado donde me he matriculado yo este año, el mismo internado donde reside la persona que ha provocado mi regreso a este lugar. Sin pensarmelo dos veces, monté en el Audi TT que había en frente del Grill, donde estaba apoyado. Tenía que llegar esta noche a aquella extraña y misteriosa escuela.














El aire fresco que entraba por la ventanilla del coche de Page era relajante. Me hacía despejar la mente, olvidarme de los problemas y reflexionar sobre las cosas. La verdad es que no me gustaba tener que ir en coche con Mandy y Page, y menos de noche, debido al accidente que había salido en las noticias. Habría preferido volver en tren, como todos los demás días, pero, a estas alturas, tampoco me fiaba de nadie que no conociese, aunque poca gente nueva iría al internado.


Y ese chico... que extraño fue todo. Había algo raro incluso en su mirada, en la forma en la que me había mirado, como si lo hubiese hecho de forma maternal. El caso es que, lo mirase por donde lo mirase, no me lo había quitado todavía de la cabeza. Ni su boca, ni su pelo, ni sus ojos. Aquellos preciosos ojos... la verdad es que esa noche había sido mágica y especial, pero también extraña e inquietante. Decidí prestar atención a Page y dejar a un lado mis pensamientos cuando ella subió el volumen de su voz para que la hiciesemos caso.



  • Mirad chicas, ya casi hemos llegado. Mandy, mona, despierta un rato, que pareces un perezoso.

  • ¿Ya estamos aquí...?Con lo a gusto que estaba yo aquí tan tranquilita dormida... - replicó la interpelada.

  • Hombre...- señalé yo – si quieres quedarte aquí a dormir en vez de en tu cama...tu misma...

  • ¡No...!Venga vamos...supongo que el aire me despejará un poco...

  • Si, despéjate, por que antes de irnos a dormir, tenemos que darle a Rachelle unas cosillas...¿o ya no te acuerdas...?

  • ¡Es cierto...!Ya ni me acordaba...

  • ¿Qué...cosas...?Me dais miedo chicas...mucho miedo...

  • No te preocupes cariño...no es nada...raro...- añadió Page, poco antes de soltar una risotada...

Ya solo nos faltaba subir a nuestra habitación para que las chicas colocasen su equipaje y nos fuesemos a dormir. Las vacaciones habían terminado definitivamente. Y este curso en el internado nos depararía muchas sorpresas, estaba más que segura.

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viernes, 2 de abril de 2010

Sombras del Pasado: Capítulo 1




Aquel chico me miró de arriba a abajo, como sorprendido, como si me conociese. Tal vez...tal vez había venido por aquí mas veces y me había visto. Aún así, sus facciones se mostraron serenas.


  • ¿Qué desea tomar?

  • Me...me gustaría – me contesto, mientras miraba la pequeña carta que tenía delante – un café, si, un café. Un expresso doble por favor.

  • Está bien. ¿Algo más? - dije con mi mejor sonrisa, que el joven me devolvió.

  • Si...ponme...ponme...una cerveza. Si quieres mi carnet...

  • No hace falta...me fio de ti.

Y entonces me devolvió la sonrisa más deslumbrante que había visto en toda mi vida. Y entonces creí que realmente alguien había enviado a un ángel a conocerme, puesto que me quedé con la boca abierta, incapaz de pronunciar palabra.


Y entonces...alguien puso la televisión. Y aparecieron las noticias. El apuesto chico dejó de mirarme y desvió la mirada hacia lo que estaban echando. Había habido un accidente de coche en una carretera cercana. Las dos personas, dos chicas, que iban en el coche, habían muerto, era casi seguro. Pero no se habían encontrado los cadáveres. Demasiado raro, dije para mis adentros. Y no debí ser la única en pensarlo, puesto que el joven no se lo pensó dos veces y, disculpándose, salió disparado del Grill.


Y yo, me volví a quedar con la boca abierta. No sé que había pasado por allí. Me sentía como si hubiese pasado un huracán y solo me hubiese dejado a mi en su sitio. No, espera...como si hubiese dejado todo en su sitio, menos a mi. Y aquel huracán se había tratado del chico.


Page y Mandy me tuvieron que zarandear varias veces para que pudiese coger una buena bocanada de aire y respirase de una vez. Me había quedado tan sorprendida, que era incapaz de moverme.



  • ¿Rachelle...?¿Estás bien? - me preguntaba Mandy.

  • ¡Respira! - decía Page.

  • Si, estoy...¿bien? No sé...no sé como estoy.

  • ¿Qué ha pasado...con el chico?¡Ha salido corriendo!

  • Si...¡lo sé! Lo que no sé es por que lo ha hecho...ha tenido una...respuesta extraña...en cuanto a la tele...

  • Si...demasiada extraña...Rachelle...¿qué hacemos?

  • Solo sé lo que no voy a hacer, y va a ser quedarme...¡¡¡Ryan...!!!

El interpelado tardó un rato en responder, pero ya sabía perfectamente que quería. No le quedó mas remedio que resignarse y aguantar los quince minutos más que casi le quito.


Era pleno verano, pero, sin embargo, hacía una noche fría. Antes de montarnos en el coche de Page, dimos un paseo. Sería nuestra última noche libre antes del último curso que estaríamos juntas. Necesitábamos esa noche, más que ninguna otra. Tres amigas juntas a la luz de la luna, sin nada que se interpusiese entre nosotras. Esa noche era mágica, era especial. Y ningún chico con aspecto de ángel pero con carácter extraño iba a impedirme disfrutar de esa noche. Tal vez ese chico no fuera para mi, pero...¿quién quiere a un hombre perfecto teniendo a Page y a Mandy contigo?


Yo, desde luego, no lo necesitaba.


















No. No era posible. Simplemente, no lo era. Y, simplemente, sabía que algo acabaría ocurriendo. Lo supe desde el primer momento que volví a plantar un pie aquí. A las afueras de Nueva York. Tuve cuidado, mucho cuidado, sabía que esto era peligroso, y que, si cometía un minúsculo fallo, todo se iría a la mierda. Aún así, había sido algo extraño. Un accidente en una carretera de los alrededores, se sospecha que las dos chicas están muertas, pero no están los cadáveres. Si, la verdad es que podría servir para encubrir a los asesinos, pero, también hay que decirlo, ha sido una forma extraña de hacerlo. Podían haber sido más cuidadosos y menos llamativos. Sobretodo, por que las dos chicas desaparecidas estaban estudiando en el mismo internado, el mismo internado donde me he matriculado yo este año, el mismo internado donde reside la persona que ha provocado mi regreso a este lugar. Sin pensarmelo dos veces, monté en el Audi TT que había en frente del Grill, donde estaba apoyado. Tenía que llegar esta noche a aquella extraña y misteriosa escuela.














El aire fresco que entraba por la ventanilla del coche de Page era relajante. Me hacía despejar la mente, olvidarme de los problemas y reflexionar sobre las cosas. La verdad es que no me gustaba tener que ir en coche con Mandy y Page, y menos de noche, debido al accidente que había salido en las noticias. Habría preferido volver en tren, como todos los demás días, pero, a estas alturas, tampoco me fiaba de nadie que no conociese, aunque poca gente nueva iría al internado.


Y ese chico... que extraño fue todo. Había algo raro incluso en su mirada, en la forma en la que me había mirado, como si lo hubiese hecho de forma maternal. El caso es que, lo mirase por donde lo mirase, no me lo había quitado todavía de la cabeza. Ni su boca, ni su pelo, ni sus ojos. Aquellos preciosos ojos... la verdad es que esa noche había sido mágica y especial, pero también extraña e inquietante. Decidí prestar atención a Page y dejar a un lado mis pensamientos cuando ella subió el volumen de su voz para que la hiciesemos caso.



  • Mirad chicas, ya casi hemos llegado. Mandy, mona, despierta un rato, que pareces un perezoso.

  • ¿Ya estamos aquí...?Con lo a gusto que estaba yo aquí tan tranquilita dormida... - replicó la interpelada.

  • Hombre...- señalé yo – si quieres quedarte aquí a dormir en vez de en tu cama...tu misma...

  • ¡No...!Venga vamos...supongo que el aire me despejará un poco...

  • Si, despéjate, por que antes de irnos a dormir, tenemos que darle a Rachelle unas cosillas...¿o ya no te acuerdas...?

  • ¡Es cierto...!Ya ni me acordaba...

  • ¿Qué...cosas...?Me dais miedo chicas...mucho miedo...

  • No te preocupes cariño...no es nada...raro...- añadió Page, poco antes de soltar una risotada...

Ya solo nos faltaba subir a nuestra habitación para que las chicas colocasen su equipaje y nos fuesemos a dormir. Las vacaciones habían terminado definitivamente. Y este curso en el internado nos depararía muchas sorpresas, estaba más que segura.

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