jueves, 15 de abril de 2010

Sombras del Pasado: Capítulo 3


Eran las siete y media cuando por fin me encontraba subiendo las escaleras que conducían a la zona residencial del internado al terminar el desayuno. Justo antes de dirigirme a la habitación me pasé por secretaría para recoger mi horario de clases.

No había sido capaz de tomar algo más que un café y un donut, esa mañana no tenía mucho estómago para comidas más copiosas. Seguramente habría sido el sueño él que me había revuelto el estómago, y lo único que quería ahora era dormir. Cuando llegué a mi habitación Mandy y Page estaban terminando de arreglarse y cogiendo la bolsa con los libros de clase antes de bajar a desayunar. Si no se daban prisa...llegarían tarde.

Cuando por fin me quedé sola, empecé a rebuscar entre mis cajones, y encontré lo que buscaba: una foto de cuando era pequeña, con mi hermana mayor Abi y mi padre, el mismo año que desaparecieron. Abi era tan guapa, muchísimo mas guapa que yo: alta, castaña oscura y con flequillo, tenía unos preciosos ojos azules, no como los míos, si no mucho más vivos. Muy inteligente, le encantaba leer y era muy reservada. También escribía un diario, y muchas veces me contaba lo que escribía en él. Creo que por eso empecé a escribir en el blog. Me recordaba tanto a ella...

En cambio, mi padre, era totalmente diferente a ella. Con una sonrisa de oreja a oreja todos los días, aunque las cosas saliesen mal, nos intentaba llevar adelante a Abi y a mi, intentando que fuesemos una familia feliz. Para cuando yo tenía nueve años, él ya tenía unas pequeñas arrugas surcándole la piel de la frente, y su negra mata de pelo empezaba a perderse lentamente.

Acaricié suavemente el cristal de la foto antes de volver a guardarla en el cajón, cuando vi un destello plateado entre las hojas del diario de mi hermana. Nunca me había atrevido a abrirlo ni a leerlo, pero al revolver el cajón esa cosa metálica debió de caerse de entre las páginas. Con sumo cuidado, deposité la foto en su sitio y cogí el pequeño objeto con delicadeza. Era una pulsera de plata con diferentes enganches, con formas muy diversas. En la vida la había visto, y me extrañó mucho encontrarla. Tal vez se le había caído a Mandy o a Page, pero me pareció improbable. De repente, me di cuenta de la hora que era...¡las ocho menos cuarto! Ahora mismo tenía que colocar mi bolso con los libros correspondientes y buscar mi horario para encontrar la clase que tenía a primera hora. Corrí a buscar los libros y a guardarlos en mi bolso, pero aún así, para cuando había salido de la habitación eran menos cinco, y me quedaba recorrer toda la zona residencial y llegar a las clases.

Llegué por los pelos, y, la verdad, es que la primera clase pasó tan aburrida como era costumbre en física, por que, además de que la profesora era un auténtico pelmazo, también se dedicó a recibirnos "amablemente" y comentarnos como iba a ir el curso, como de costumbre. Y, también como de costumbre, yo saqué mi cuaderno de dibujo y me puse a dibujar pequeños paisajes. Total, la hiciese caso como si no, no me enteraría de nada y prefería estudiarlo por mi cuenta.

Acababa de sonar el timbre que indicaba la entrada al nuevo curso y el final de la primera hora cuando todo el mundo salió de la clase de la Srta. Jones en avalancha, y estuvieron a punto de atropellarme unos muchachos de la última fila. No había hecho nada más que llegar al marco de la puerta cuando vi aparecer a Page corriendo en mi dirección como desesperada.

- ¡Page, Page! Para el carro, ¿quieres?

- ¡NO!¡No quiero, ni puedo tampoco!

- ¿Pero que te pasa? - pregunté mientras intentaba tranqilizarla sujetándola de los hombros como podía; no paraba de moverse de un lado a otro.

- ¡Vas a flipar...!

- ¿¡Pero con qué!? ¿¡Me lo quieres contar de una vez Page!?

- No te vas a creer a quién acabó de ver en el pasillo.

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jueves, 15 de abril de 2010

Sombras del Pasado: Capítulo 3


Eran las siete y media cuando por fin me encontraba subiendo las escaleras que conducían a la zona residencial del internado al terminar el desayuno. Justo antes de dirigirme a la habitación me pasé por secretaría para recoger mi horario de clases.

No había sido capaz de tomar algo más que un café y un donut, esa mañana no tenía mucho estómago para comidas más copiosas. Seguramente habría sido el sueño él que me había revuelto el estómago, y lo único que quería ahora era dormir. Cuando llegué a mi habitación Mandy y Page estaban terminando de arreglarse y cogiendo la bolsa con los libros de clase antes de bajar a desayunar. Si no se daban prisa...llegarían tarde.

Cuando por fin me quedé sola, empecé a rebuscar entre mis cajones, y encontré lo que buscaba: una foto de cuando era pequeña, con mi hermana mayor Abi y mi padre, el mismo año que desaparecieron. Abi era tan guapa, muchísimo mas guapa que yo: alta, castaña oscura y con flequillo, tenía unos preciosos ojos azules, no como los míos, si no mucho más vivos. Muy inteligente, le encantaba leer y era muy reservada. También escribía un diario, y muchas veces me contaba lo que escribía en él. Creo que por eso empecé a escribir en el blog. Me recordaba tanto a ella...

En cambio, mi padre, era totalmente diferente a ella. Con una sonrisa de oreja a oreja todos los días, aunque las cosas saliesen mal, nos intentaba llevar adelante a Abi y a mi, intentando que fuesemos una familia feliz. Para cuando yo tenía nueve años, él ya tenía unas pequeñas arrugas surcándole la piel de la frente, y su negra mata de pelo empezaba a perderse lentamente.

Acaricié suavemente el cristal de la foto antes de volver a guardarla en el cajón, cuando vi un destello plateado entre las hojas del diario de mi hermana. Nunca me había atrevido a abrirlo ni a leerlo, pero al revolver el cajón esa cosa metálica debió de caerse de entre las páginas. Con sumo cuidado, deposité la foto en su sitio y cogí el pequeño objeto con delicadeza. Era una pulsera de plata con diferentes enganches, con formas muy diversas. En la vida la había visto, y me extrañó mucho encontrarla. Tal vez se le había caído a Mandy o a Page, pero me pareció improbable. De repente, me di cuenta de la hora que era...¡las ocho menos cuarto! Ahora mismo tenía que colocar mi bolso con los libros correspondientes y buscar mi horario para encontrar la clase que tenía a primera hora. Corrí a buscar los libros y a guardarlos en mi bolso, pero aún así, para cuando había salido de la habitación eran menos cinco, y me quedaba recorrer toda la zona residencial y llegar a las clases.

Llegué por los pelos, y, la verdad, es que la primera clase pasó tan aburrida como era costumbre en física, por que, además de que la profesora era un auténtico pelmazo, también se dedicó a recibirnos "amablemente" y comentarnos como iba a ir el curso, como de costumbre. Y, también como de costumbre, yo saqué mi cuaderno de dibujo y me puse a dibujar pequeños paisajes. Total, la hiciese caso como si no, no me enteraría de nada y prefería estudiarlo por mi cuenta.

Acababa de sonar el timbre que indicaba la entrada al nuevo curso y el final de la primera hora cuando todo el mundo salió de la clase de la Srta. Jones en avalancha, y estuvieron a punto de atropellarme unos muchachos de la última fila. No había hecho nada más que llegar al marco de la puerta cuando vi aparecer a Page corriendo en mi dirección como desesperada.

- ¡Page, Page! Para el carro, ¿quieres?

- ¡NO!¡No quiero, ni puedo tampoco!

- ¿Pero que te pasa? - pregunté mientras intentaba tranqilizarla sujetándola de los hombros como podía; no paraba de moverse de un lado a otro.

- ¡Vas a flipar...!

- ¿¡Pero con qué!? ¿¡Me lo quieres contar de una vez Page!?

- No te vas a creer a quién acabó de ver en el pasillo.

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